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En una situación muy desprolija, el pasado 30 de diciembre el Concejo Deliberante tuvo que aprobar una prórroga para los recolectores de ramas y yuyos ya que 24hs después se les vencía sus contratos con el municipio, dicha aprobación se dio sin conocer el acuerdo que los trabajadores habían conseguido con el ejecutivo.

Tirada de los pelos: Así fue la situación en la que se aprobó una prórroga de 90 días para los recolectores de ramas, quienes tenían un contrato que vencía el pasado 31 de diciembre y dichos trabajadores podían quedarse sin empleo.

A saber, instantes previos a la última sesión del 2016, los rameros se reunieron con el mismísimo Intendente César Abdala para acordar su situación, ya que no solo se les vencían los contratos, sino que además hacía ya 15 meses que no se les actualizaban los salarios. Como dicho acuerdo fue “apalabrado”, nadie del Concejo sabía de que se trataba dicho acuerdo más allá del rumor de que los recolectores habían salido conformes del municipio.

El Concejo se vio así entre la espada y la pared para decidir si se dejaba gente sin empleo, o se aprobaba un acuerdo del que no se tenía conocimiento y, obviamente optó por esto último.

Ante la incertidumbre, la Concejal opositora Estela Mondino sugirió una nueva sesión extraordinaria para el día 31 con el objetivo de poder analizar el acuerdo, pero la propuesta no prosperó, en tanto que el Presidente del Concejo, Mariano Proietti, pedía un poco de confianza en el Intendente ya que el municipio “no estaba en condiciones de dejar sin efectuar el servicio y además no se podía dejar a esa gente sin empleo”.

El acuerdo de una prórroga por 90 días (sería la última ya que vencido este plazo, el servicio será tercerizado), fue aprobado de forma unánime, no sin antes expresarse el malestar generalizado de la situación para con el Poder Ejecutivo local. La oposición puso el grito en el cielo por la desprolijidad y la dilatación de la situación con los trabajadores en cuestión, en tanto que el oficialismo (que también se sintió incomodado), encomendó su fe ciega hacía el arreglo que el Intendente había logrado con los recolectores (acuerdo que aún se desconoce 5 días después de su aprobación).

Esta situación que solo pudieron presenciar los dos o tres medios que quedábamos en el salón del Concejo, fue quizás la última desprolijidad del primer año de la nueva gestión, fiel reflejo de varias situaciones que se vivieron durante el año, pero que se espera que en este 2017 se finalice con el discurso de la inexperiencia y esos vestigios de tiranía por parte del ejecutivo, para poder encarar una gestión más organizada y así evitar estas situaciones al menos desprolijas.

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