Ciudadanos, opinión

Por Manu García:

Luego de las lluvias que anegaron algunas calles, que inundaron barrios y que generaron cierto caos y reclamos principalmente en redes sociales, me surgió preguntarme y criticarme que es lo que uno como ciudadano hace mientras la naturaleza nos deja tranquilos, y las respuesta que me encontré es que, si bien uno nunca ha de terminar de controlar la esfera natural, generalmente como sociedad estamos colaborando para provocar la mayoría de los desastres obviamente a nivel global, pero mi intención es puntualizarme en nuestra ciudad.

La gran cantidad de lluvia caída en poco tiempo hizo algunos estragos en la ciudad que nos dejaron expuestos, aunque podemos decir que aún la estamos sacando barata. El agua no es solo una amenaza de la naturaleza que eleva sus cauces cuando llueve y cuando el sol sale se despide. Cada año vemos que el agua produce catástrofes en todas partes del mundo y hasta hemos sido testigos del suceso al vivirlo en carne propia hace 15 años, y aun cada tanto las amenazas se mantienen latentes.

Las poblaciones deben estar alertas y tener siempre un plan a mano para cuando llueve, de salvación, evacuación, rescate, etc. Sin embargo, la pregunta más importante que se me viene a la mente ahora es ¿qué hacemos como población para evitar el desastre mientras el mismo no está ocurriendo?, pues al parecer nada, lo empeoramos y generalmente estamos conspirando para que los desastres naturales tengan las facilidades para arrasar con todo lo que hemos conseguido a lo largo de la vida con esfuerzo y trabajo.

No por nada, a menudo hablamos de la tala de árboles, de la construcción ilegal de canales, de las falencias en infraestructuras de desagües y cloacas, el deterioro de los caminos, la destrucción de los suelos, la falta de higiene de nosotros como vecinos, etc. A veces hasta podemos creernos que damos cátedra sobre ecología y contaminación, aun sabiendo de nuestra complicidad diaria con la devastación del planeta.

Ahora que nuevamente hay sol, quedan varios charcos generosos y con las calles de tierra que, aún embarradas, nos hacen hacer equilibrio entre las huellas de los autos, volveremos a nuestras vidas rutinarias para luego recaer en la hipocresía de siempre, la de andar a las corridas cuando llueve un poquito y el agua ya nos llega a los tobillos, sacarles fotos a nuestras calles y pedirle obras al Municipio, a la Provincia y a la Nación.

Y si bien es cierto que obras faltan y muchas, que las cloacas están por colapsar, que las calles de tierra que no tienen ni un cordón cuneta quedan anegadas ante el primer salivazo que cae del cielo, que los caminos rurales se hacen intransitables y que los canales clandestinos desvían las infraestructuras planificadas por los entes encargados, debemos empezar a hacer un poco de auto crítica respecto a cómo somos como individuos, vecinos y ciudadanos en cuanto a estos temas. En que somos cómplices y de qué manera podemos evitarlo, por eso la pregunta sigue siendo la misma, ¿qué hacemos cuando no está el desastre natural? Pues en general parece que incitamos un desastre artificial constante, y eso es lo que tenemos que cambiar para evitar estas situaciones.

No hay una única y simple solución al problema del ciudadano común que atenta contra el propio hogar. Y seguramente, como sucede con cada factor erróneo, la solución más viable recaiga en la educación, y educación no es solo ir a la escuela, sino que hay un triángulo que reúne la educación hogareña-familiar, la educación institucional y aquella que nos brinda la “calle” que debe corregirse y engranarse para el correcto accionar del ciudadano. Lo sé, en este momento estoy desarrollando utopías.

El cierre de este extenso y quizás aburrido rejunte de quejas, me exige ser más conciso con el objetivo de esta nota de opinión: vecinos, dejemos de talar los árboles, de reventar los caminos, de tirar basura que todo el tiempo tapan los desagües, entre otras tantas cosas; y a las autoridades que hagan un mejor manejo y control de todas estas denuncias y sigan invirtiendo en infraestructura para las calles, los caminos, las cloacas, etc.

Todas estas palabras son seguramente similares a las que piensa cualquier vecino, pues simplemente solo tengo la ventaja de expresarlo por este medio, aun así soy tan hipócrita como cualquiera al que yo pueda acusar de hipócrita, yo también soy cómplice de los desastres y también soy hipócrita por escribir esto una vez que ya pasó el sacudón.

Los invito a opinar y compartir.

Manu García. Play Online y Play F.M. 95.5

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